EE. UU. envía tres buques de guerra frente a Venezuela
- LaChiva Radio
- 19 ago
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Una operación antidrogas que aumenta la presión militar y política en el Caribe
Estados Unidos desplegó tres destructores de la clase Arleigh Burke —el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson— hacia aguas cercanas a Venezuela, como parte de una operación antidrogas en el Caribe y el Pacífico Oriental que involucra a unos 4.000 militares, aviones de patrullaje P-8 y un submarino de ataque. Washington argumenta que la misión busca frenar el tráfico de cocaína y fentanilo de cárteles como el “Cartel de los Soles” y el “Tren de Aragua”, a los que califica como “organizaciones narcoterroristas”.
La Casa Blanca sostuvo que este despliegue, que se prolongará durante varios meses en aguas internacionales, responde a la necesidad de “proteger a la región de amenazas transnacionales” y fortalecer la cooperación con aliados en el Caribe y Centroamérica. No obstante, especialistas consideran que también constituye un mensaje político contra el gobierno de Nicolás Maduro, al que Estados Unidos acusa de facilitar y proteger redes de narcotráfico, al tiempo que mantiene una recompensa de 50 millones de dólares por su captura.
En Caracas, Maduro calificó la maniobra como una “provocación extravagante” y anunció la movilización de 4,5 millones de milicianos para “defender el suelo y los mares de la patria”. El mandatario denunció además que la operación se enmarca en una “agresión imperialista” que busca desestabilizar a Venezuela en un momento de crisis económica y aislamiento internacional.
Contexto geopolítico
Este despliegue naval no es un hecho aislado: se suma a la política de “máxima presión” que Washington ha ejercido desde 2019 contra Caracas, incluyendo sanciones económicas, restricciones diplomáticas y apoyo a la oposición venezolana. Analistas comparan la operación con movimientos militares similares realizados en Panamá en los años 80, cuando Estados Unidos justificaba su presencia bajo la bandera de la lucha contra el narcotráfico.
La creciente injerencia de grupos criminales transnacionales como el Tren de Aragua, que ya tiene presencia en varios países de Suramérica, ofrece a Washington un argumento adicional para mantener su influencia militar en la región. Sin embargo, gobiernos aliados de Venezuela —como Rusia, Irán y en menor medida China— podrían interpretar este despliegue como un acto de presión estratégica, aumentando el riesgo de un nuevo frente de tensión global en el Caribe.
Riesgos regionales
Aunque la Casa Blanca insiste en que las operaciones se realizarán en aguas internacionales, expertos advierten que la presencia de buques de guerra tan cerca de Venezuela eleva la posibilidad de incidentes marítimos o aéreos que escalen rápidamente en una confrontación. Además, este tipo de movimientos agudizan la polarización en América Latina: mientras unos países ven en EE. UU. un socio para combatir el narcotráfico, otros perciben la operación como un intento de reafirmar el control estadounidense en su “patio trasero”.
En síntesis, la llegada de los destructores norteamericanos no solo busca frenar el narcotráfico, sino que reabre el tablero geopolítico del Caribe en un momento en que Venezuela atraviesa una crisis profunda, y Estados Unidos reafirma su interés en mantener la influencia militar en la región.
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